No dejaré de abrazarte, aunque no dejes de pedirlo. Deja de mirarme de esa forma, o te prometo que te arrancaré otra vez los ojos.
Hoy, la existencia de tu afelpado cuerpo relleno de mariposas, se reduce a ser estrujada por la fuerza de mis brazos. Hoy, cuando te abrace, mis lágrimas te empaparán del vasto deseo que tengo de que en tu lugar estuviese ella.
Esta noche, me apetece que el calor que tú me das, me lo brinde ella. Y su lejanía no es más grande que mi desenfrenado deseo de tenerla.
Esta noche, te notifico que encontré tu reemplazo, un modelo perfecto al que no debo coser las patas, que no se le caen las orejas, que carece de la mirada insulsa que tú posees; un modelo con aroma y calor propios, con emociones, con alma.
Aún así, no tienes por que emocionarte. Te seguiré cosiendo, pegando los ojos, la nariz y rellenándote, pues si bien es cierto que te encontré sustituto, también lo es que no tomará la vacante. Así que aunque te canses de pedirlo, no dejaré de abrazarte.
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