Es para mí un gran honor llevar a cabo la promesa que he concebido contigo: cuidarla. Sin embargo amigo mío, tengo la necesidad de manifestarte el humor que me causa dicha propuesta, pues so bruto, te has mostrado al exponerme tu temor de que algo malo le suceda.
Después de tanto tiempo, pareces no conocerla. Te diré camarada, que pecas de estúpido al no saber apreciar la vasta inteligencia que la favorece desde su llegada a este mundo. No te dejes burlar por su inocente rostro, ni permitas que tu desmesurado amor ciegue tus ojos, ante la idea de que la fragilidad reside escoltando a un ser tan perfecto. Y es que, si ella no necesita si quiera tu desasosiego, cuanto menos mi custodia; pues su contienda con la vida misma la ha de hacer digna de la veneración del más valiente guerrero.
Sin embargo, precise o no el abrigo de mis cuidados; permaneceré firme ante tu súplica, pues su malestar me afecta tanto como el tuyo, y no existe carencia alguna que se interponga entre su ventura y el trayecto que deba recorrer para lograrlo.
Así que, te ruego apacigües la idea de que algo cruel le llegue a suceder, pues ambos sabemos que no existe objeto, persona o ser tan vil que se atreva a corromper la serenidad de tu amada.
Lestat
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