jueves, 16 de diciembre de 2010

Sueños y nostalgia

Que cálido sentimiento

el que estremece mi pecho.


Es una ola que me aplasta

y que me envuelve.


Ola de alcohol que me embriaga,

que me pierde,

que me eleva al pecho

tardío del dios omnipotente.


La vida de todas las edades

fluye por mis venas,

y de nuevo me convenzo que

me pertenece la continuidad de las cosas.


Esta tarde no quiero

saber nada del mundo,

lo que quiero saber radica

en el presente,

en este instante:

este segundo lento

y misterioso que se ha ido.


¿Y que, sí como este momento

se han de perder muchos más,

sin darme cuenta, sin sentirlos?


Ahora, este aire que me penetra,

me hace seguir lo que no conozco,

me hace seguir tus ojos

a la distancia traicionera,

me detiene por encima del tiempo;

en el silencio: conociendo la muerte,

con el placer del perfume

del mundo adormecido.

II

Así como el alcohol de las olas:

quiero embriagarme con tu cuerpo,

recostarme entre tus brazos,

disfrutar el dulce sabor de tu fuego,

llenar mi alma de tu sonrisa

y de tus ojos,

también de tu cabello.


Saciarla, inundarla de ti

y regalársela a tus manos.


Quiero regalarte lo que soy

y esto que tengo,

lo poco que poseo,

y mis sueños que se

han hecho inagotables.


Este amor que estoy sintiendo

no se lo vendo a nadie:

ni a la luna ni al mar

ni a tu propio cariño,

es lo que me velará el día que repose

en el espacio entre tu boca y mi soledad.

martes, 7 de diciembre de 2010

¿Donde?

¿Donde estas ahora

que mi corazón te necesita?


¿Donde podré encontrarte?


¿Dónde nos buscaremos?


Es en estas ruinas

que se alzan en mi alma,

en donde no hay rastro de ti.


Donde no me queda

ni el murmullo de tu risa,

ni el aroma de tu viento,

ni el recuerdo de tu mirada.


Es ahí,

ese lugar que nunca has

conocido, que no quieres

conocer… ese que tanto niegas

y del que huyes.


¿De qué huyes?


¿De la destrucción de tu espíritu?


Ni siquiera puedes saber

si hay un espíritu en ti,

y ya lo has encerrado

dentro de la jaula

de la desconfianza…


¡Qué libertad la tuya!


¡Qué deseos perdidos!


Varados en el nada,

sin reposo ni sosiego…


Encontrarías consuelo

en mis brazos,

pero te da miedo.


Miedo.


Estamos en el lugar

que no le pertenece a nadie,

queriendo dirigir lo que no

tiene dirección,

navegando a todos lados

sin llegar a ninguna parte.


Perdidos en la inmensidad

de la duda.


Yo miraré el cielo esta noche,

intentando buscar la salida,

el camino lejos de ti…