Sacie mi sed
por tu cuerpo.
Ondeaba como
el vaivén de las olas.
Es hermoso.
Con tu piel
cubriendo mi desnudez,
en la oscuridad
que fue luz divina.
Estabas tendida
sobre muchas almohadas,
cruzada de piernas
y con la mirada al infinito.
Y la luna filtrada,
delineaba tu figura,
iluminaba tus cabellos,
tus manos también.
Tu sonrisa me invito
a tu alma a través de tu cuerpo.
Cuerpo delicioso de mujer.
Codiciado y envidiado.
Me sentí dichoso
de ser yo quien te poseyera.
Mi tacto y tu pecho
nos invitaron a mas.
Te confieso que tuve miedo,
quise abrazarte tan fuerte,
quise atarte apasionadamente,
atarte con mis brazos y piernas.
Tuve miedo de que desaparecieras
con la resplandeciente aurora,
que fueras solo un sueño,
una ilusión, un fantasma…
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