Del centro de la tierra,
donde el fuego arde,
en mi piel arde, incesante,
como si el calor quemase.
Hasta ese lugar tenebroso
llega mi cariño, en las cenizas,
en la oscuridad, al filo
de la muerte, donde nada existe.
Y en esas tinieblas que me cubren,
eres tú, mujer amada, la que me
regala vida, la que me ofrece
espacio, la que me tiende el infinito.
La que me seduce, la que me invita,
la que me abriga de deseo,
de hacerte el amor, hasta que
amanezca en la eternidad.
Yo te imagino rebosante y bella,
caminando entre la sal del camino
y la tierra seca, debajo de la lluvia,
sensual, rozando el viento.
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