bajo esta lluvia que roza tu piel,
entre mis brazos extraviados,
ansiosos de ti.
Y ante el sol quemante,
con mis labios en tu oreja,
jugando a decir palabras
silenciosas y escondidas.
En mis sueños, aparecida
como hada risueña,
venus encarnada,
diva misteriosa.
No hay nada que te falte,
en mi cama eres la perfección
inmaculada, santa
y bendita entre las mujeres.
Y en la melancolía que dejas
cuando te apartas al ocaso,
eres el quedo suspiro que brota
de mis labios como una canción.
Lágrimas silenciosas e
incesantes, que han brotado
de estos ojos que no
pueden olvidar tu silueta.
Ni tu sonrisa, ni nada de ti,
y este atontado corazón,
lleno de tu aroma,
que nunca para de buscarte.
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