viernes, 22 de enero de 2010

No es que todo sea de colores

Te saludo en mi
abismal infinito de
emociones momificadas.

No es un saludo rojo,
no es azul ni verde,
ni se tiñe de amarillo.

Tú, las mas amada,
podrá comprender
el índigo de mi palma.

El florido olor de la
primavera en mi vida.
Tú lo comprendes.

Tú lo sabes mejor que
esta loca imaginación
llena de encanto.

Esto es la exhortación
desde mi valle de arboles
secos y un poco descuidados,

donde viven unicornios
dorados y arañas fosforescentes,
topos uniformados y

ardillas arquitectas.
Actualmente me alimento de pasto.
¿Ves lo neutro de mi paraíso?

Tendrás que visitarnos
algún día, quizás te quedes
a dormir después de la cena.

Quizás querrás ver las estrellas
en lo único que tiene
color: el techo de mi cueva.

No es que todo se tiña
de rojo o de negro, ni que
tu partida haya sido gris.

Tú, la mas santa,
podrás comprender
mi roce con las palabras.

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