No hay nada que no valga la pena vivir, aunque después de tantos intentos, siento como mi corazón moribundo ya no puede mantenerse en pie, cuando el aire le pesa y ya no tiene fuerzas para seguir haciendo su natural: bum bum, bum bum.
Cuanto quisiera soñar con ella, la autora de mi humor y mi cansancio, de mi amabilidad y mi esfuerzo, la dueña de mi alma terca... Aunque mas quisiera que ella soñara conmigo, su habilidad para comprenderme ya nos excedió hace mucho tiempo.
No quiero dejarte ir, no sin antes abrazarte y llenarme la piel de tu tacto por ultima vez, si te pierdo, me pierdo en el yo tan angustioso. Me entregaría a ti por completo, sin dudarlo, sin pedir ni reclamar nada, sin dolor y sin reproches.
Necesito olvidarte, olvidarte como de mi mismo, dos años de vasto sufrimiento son necesarios para decidir que no te necesito: que si te vas no moriré: seguiré respirando.
Tu alma está tan seca, mi corazón tan olvidado. Tú no me necesitas y yo no te siento. Mi lealtad es firme aunque mi corazón dude de tu existencia, pero: ¿como le puedo ser fiel a un imaginario?
Quise ver en mi reflejo la amabilidad de tu sonrisa, tu curiosa mano sobre mi cabeza, mis brazos estrechándote fuertemente, quise ver lo que era imposible y me quede con un reflejo mediocre y mordaz.
Si te olvido no me moriré, la vida no acabará, las cosas seguirán el rumbo como siempre, como si no estuvieras presente.
Cometí un error: me enamore.
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