jueves, 21 de enero de 2010

Mi reflejo

Cuando todas las emociones se arremolinan en un estrepitoso final.

No hay nada que no valga la pena vivir, aunque después de tantos intentos, siento como mi corazón moribundo ya no puede mantenerse en pie, cuando el aire le pesa y ya no tiene fuerzas para seguir haciendo su natural: bum bum, bum bum.

Cuanto quisiera soñar con ella, la autora de mi humor y mi cansancio, de mi amabilidad y mi esfuerzo, la dueña de mi alma terca... Aunque mas quisiera que ella soñara conmigo, su habilidad para comprenderme ya nos excedió hace mucho tiempo.

No quiero dejarte ir, no sin antes abrazarte y llenarme la piel de tu tacto por ultima vez, si te pierdo, me pierdo en el yo tan angustioso. Me entregaría a ti por completo, sin dudarlo, sin pedir ni reclamar nada, sin dolor y sin reproches.

Necesito olvidarte, olvidarte como de mi mismo, dos años de vasto sufrimiento son necesarios para decidir que no te necesito: que si te vas no moriré: seguiré respirando.

Tu alma está tan seca, mi corazón tan olvidado. Tú no me necesitas y yo no te siento. Mi lealtad es firme aunque mi corazón dude de tu existencia, pero: ¿como le puedo ser fiel a un imaginario?

Quise ver en mi reflejo la amabilidad de tu sonrisa, tu curiosa mano sobre mi cabeza, mis brazos estrechándote fuertemente, quise ver lo que era imposible y me quede con un reflejo mediocre y mordaz.

Si te olvido no me moriré, la vida no acabará, las cosas seguirán el rumbo como siempre, como si no estuvieras presente.

Cometí un error: me enamore.

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