Si todos los días fueran así: tu conmigo y a mi lado.
Pero esta vez no sucede, veremos una nube gris que anuncie la lluvia que mojara nuestros cuerpos y juguetearemos con ella, hasta que de saciedad huyamos, cada quien por su camino.
Decir de saciedad es bastante, a mi alma la sacia tu mirada, quizás un abrazo (abrazo que, por naturaleza, nunca llega a mi como debería), quizás el roce con tu mano.
Hoy es diferente, tu estas callada, mas de lo habitual, yo solo te veo al otro lado de la mesa... si supiera que decir, haría que mis palabras te abrazaran de cálida ternura.
Al fin, te despides dándome la espalda, mis ojos brillan, tus manos tiemblan, es entonces cuando todo vuelve a ser normal: pensando, caminando, pensando.
Me ha encantado esta entrada, me parece muy profundo y sincero. un saludo espero ver mas entradas de este tipo en tu blog.
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