Juguemos como niños bajo la lluvia.
Prueba de la existencia de la vida,
y mejor aún,
prueba de que somos frágiles.
Como para pescar un resfriado
por los cambios de clima tan extravagantes…
y es que al mundo le gusta todo lo raro,
por eso es que tú y yo somos sus hijos amados.
Tu dime qué prefieres:
bailar bajo el agua,
golpearnos amablemente bajo el agua,
contemplarnos bajo el agua.
Yo te invito a correr entre los árboles,
a dejar marcada la tierra,
a ser fugaces e instantáneos para el deseo.
Y es que quiero tomar tu mano
y penetrar en tus ojos,
mientras la sensualidad
sea el pajarillo que cante para nosotros…
y recordarte para siempre
en blanco y negro, como el cielo.
Juguemos como cuando éramos niños,
sin importar ensuciarnos la ropa,
la cara,
las manos,
sin importar lo que pase mañana o por la hora.
Solo correteando por ahí,
imaginando puentes
y edificios para nosotros solos,
imaginando soles y estrellas,
y miles de secretos por descubrir.
Te invito a que dejes que las cascadas
nocturnas se lleven lo pesado de los hombros,
y lo cansado de las piernas,
también el ceño fruncido,
los errores y las nostalgias…
Para irnos al bosque,
a la montaña,
terminar rendidos en el mar…
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