Un día, soleado y lluvioso, atravesó el camino un porvenir inesperado.
Olor a tierra y lluvia, ambas mojadas, agria soledad.
Una nube, a lo lejos el amor, mi mano en que te tuve... solo queda un cabello tuyo que solo se enredo.
Ya nada queda mas que mi presencia y yo, yo como un humano, con corazón y llanto, sin pudor.
No debería ser así, lastimera posición de sufrimiento.
Salpicado de orgullo, llego su destino, destino que siempre alcanza lo que debe, que siempre se necesita, que siempre se ofrece, siempre esta ahí, invisible y seco.
Mar árido de torpezas, cielo espumoso, ruido, solo ruido, y en el ruido el eco de mi llanto, el eco de un silencio que siempre esta presente.
Un silencio eternamente loco.
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