martes, 23 de febrero de 2010

De viaje

Escribo donde sea que quepa tu nombre.
Cualquier hoja en blanco que me pida
la huella de tu existencia.

Donde sea que la lluvia no me
arranque tu recuerdo de las manos.

Que poco a poco se fueron haciendo
marchitas por la falta de ti.

Cuando te vi la primera vez, con
estos ojos transformados,
eras hermosa.

Eres hermosa en las mañanas
y cuando te quedas callada,
aunque tu silencio en
realidad no diga nada.

Como sí desapareciera todo el mundo,
y tú junto con ellos.

¿Que valen ellos junto a ti?

Aunque tus caricias, y tus
besos, y las palabras que tanto
deseo sean para ellos.

¿Que valen ellos?

Las palabras que escriba ahora,
solo la pluma autora los
recordara luego.

Pues ya ni la pluma, ni tu
mano, ni la hoja en que escribo
pueden calmar mi desdicha.

Tengo un lago lleno de
esperanza, donde no me
quiero ya sumergir.

Porque sé que eso no me
dará alivio en las mañanas.

Y menos en las noches, donde
la idea de "Tú" abunda
mi cama, y mis sueños,
y mi almohada.

La terrible noche, en que
penetras en mis huesos
como fantasma cruento.

Ahora que no pertenezco
a nada, ni a ti ni a mi,
he olvidado todo.

El sonreír y el mirar.
Cosas como la física
y mi nombre que nunca
tienen variedad.

Escribo tu nombre
nunca rebelado, para ver
si se me olvida algún día.

Te recuerdo entre tantas
lineas que te adoran, para
ver si disminuye
tu indiferente aroma.

Se llama tortura.
Se llama estupidez,
y ya nada de eso importa.

Porque sé que llegaras
cuando ya me haya ido.

De viaje negro al mar,
a mirar el abismo tenebroso
de las aguas que me piden,
vierta mis miedo e ilusiones.

De viaje a navegar.

A navegar tu abecedario
de colores moribundos,
en una lancha sobre
arrecifes de coral
y erizos espinosos.

A un río lleno de moluscos;
lleno de profundidad.

Me iré de viaje al lugar
donde no cabe tu nombre.

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