martes, 30 de junio de 2009

Tan bella...


Esta tarde, llena de ti, bajabas en forma de lluvia, de luz, hada nupcial de no se que bodas.

Siempre tu, en el camino de las flores, sedienta de azúcar, inquieta por la noche, resuelta de día, rosa infinita de mi puerta.

Podrían no pasar los siglos por tu cara, podría ser todo verde o amarillo, un poco naranja y rojo, podría ser todo negro... podría ser una vida en el borde de un abismo profundo y tu seguir igual: bella inmutable y mortal.

Brisa del mar, secreto de una montaña, misterio infinito de las cosas que conozco, te amaría una vida entera.

¡Todos te aman una vida entera!

Un silencio se escuchó cuando descendiste sobre mi cabeza, oportunidad única del destino entrelazado con ella, con el, con ellos, todos que aun no conozco y que no recuerdo.

Silencio, divino silencio que te acompañaba, que te acompaña bajo mis sabanas, bajo mis ropas, en mis huesos porosos.

Visiones de soledad, fantasías en sueños armoniosos.

Esta tarde... la vida llena de paz, tú, la lluvia, agua franca y deliciosa... esta tarde estarás en la tierra, andarás por la calle, de mi brazo, del brazo de cualquiera, silenciosa y refrescante, amante de muchos, amada de Dios.

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