Déjame
andar en el rincón
de tu sonrisa:
caminar por tus labios.
Tú,
que siempre has estado ahí,
queriéndome torrentes infinitos,
creyendo, sin saber
sí tendrías lo que tanto
has esperado.
Tú,
que siempre
has visto la luna conmigo,
lejana y fantasiosa…
…la luna conmigo.
Eres la diferencia
en que nos parecemos.
Eres mi lágrima nocturna,
la que brota de mis ojos infantiles;
la que llega a ti sin que lo sepas.
Eres esa lágrima
que duerme en tu pecho.
El latir,
el palpitar de mi
vientre esperanzado,
de la vida que quizás
tendré después…
¡Ese después misterioso
que has observado!
Eres mi amor por la bandera…
mi adoración por la
soledad en la que participas siempre.
El golpe seco que no he recibido,
el canto que esta por inventarse.
Eres ese día
grabado en mi memoria.
Ese día oscureciendo:
con la electricidad
y el aire frio
y las sonrisas que compartimos.
Eres ese día muriendo.
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