miércoles, 11 de noviembre de 2009

Historias paralelas a una esperanza frustrada.

Entre el olor del cadáver y el formol encontré a alguien perdido. No había nadie mas, estaba buscando mi credencial y ese era el ultimo lugar en que podía estar.

Era un hombre que nunca había visto en mi vida: no era profesor, casi todos son seguidores audaces de las reglas, y obviamente, tampoco era alumno.

Esta de mas decir que salí corriendo cuando mi mirada se cruzo con la suya, era aterradora, aunque ahora que lo pienso, tenia mas de soledad y tristeza, cosas que nunca ví antes tan marcadas en una persona.

Cuando por fin salí de la escuela, recargado en la reja, me sentí nauseabundo, me sentí prisionero de algo que no comprendía, mi corazón se acelero tanto: bum bum, bum bum, de pronto me sentí mareado, como si estuviera dentro de un remolino que absorbía cada gota de mi sangre, como si lentamente me quitara la piel... era tan doloroso.

Aun no recuerdo como es que regrese a mi casa, cuando me di cuenta me estaba preparando para dormir. Caí rendido en cuento mi cabeza toco mi almohada, pero me desperté sobresaltado al cabo de media hora, estaba empapado de sudor y perdí el sueño, solo estaba dando vueltas en mi cama, no podía estar en paz, había algo que me apretaba el pecho, que me hacia temblar, no me sentía vivo.

Me canse de dar vueltas y vueltas y vueltas, fui al baño, y cuando entre, lo primero que vi fue el espejo: creí ver la cara del hombre de esa tarde. Di un grito y me golpee el tobillo con el filo de la puerta, creo que solo el dolor me hizo reaccionar, volví a mirar el espejo: la cara que vi, en efecto se parecía mucho a aquel hombre, solo que había algo diferente, ese algo, era mi reflejo.

Nunca me había puesto a pensar en cosas como supersticiones, aunque esa noche, debo confesarlo, todas las que conocía se arremolinaron en mi mente; al siguiente día estuve ausente en clases, no podía hilar pensamientos o decir frases, mis pensamientos no llegaban con exactitud, eran solo ideas que se perdieron en un día común, y a nadie le importó, pensaron que era normal, después de todo, no era muy sociable, tenia el titulo de "el raro de la clase".

Esa tarde, buscando de nueva cuenta mi credencial, tuve que entrar al anfiteatro, solo que no me di cuenta de a donde me dirigía, estaba tan apresurado buscándola que actué por instinto.

Un sudor frío me recorrió nuevamente, el mismo hombre, parado, solo, triste y solitario, esta vez no corrí, sabia que sin la credencial ya no entraría y venían los examenes... así que me puse a buscar como si no lo hubiera visto, pero a pesar de cuanto intentaba ser indiferente, y estando a sus espaldas, podía sentir una mirada llena de odio.

Lamentablemente para mi, la credencial que buscaba estaba bajo los pies del hombre: -disculpe ¿me daría permiso por favor?- le dije con voz temblorosa, lo repetí 4 veces, estaba desesperado y espantado... el hombre, con una siniestra mueca, me tomo de la muñeca y me miro fijamente a los ojos... después de eso desperté aquí.

Los doctores dijeron que había sufrido alucinaciones de un nivel critico, que quizás alguna impresión fuerte me había causado eso, y por tanto un daño irreversible, también dijeron que había perdido la capacidad de distinguir entre la realidad y la fantasía, que podía ser peligroso para otras personas... lo cierto es que, cuando cierro los ojos, me despierto media hora después empapado de sudor, me la paso dando vueltas en mi cama hasta el cansancio, y cuando consigo el permiso de ir al baño, lo primero que veo en el espejo es la cara de ese hombre, y después, mi reflejo

1 comentario:

  1. wow!! que buena la historia!! me parece impresionante la forma en que te expresaste, muy fluido y sin darle muchos rodeos!! Ojala pueda yo también escribir asi...
    Te felicito!!

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