martes, 17 de noviembre de 2009

Deseos II

¿Cuando empecé a querer la libertad?

No la de tus brazos ni tu boca, mas bien, la libertad de los sueños que he perdido.

La libertad que se encuentra en las calles, andando, solo andando a los lugares que tanto desea mi alma.

No es solo el deseo de estar bajo tus brazos en la noche que me consume, no es el verte bajo ese rayo de luna y tocarte, no es provocarte hasta que llenes mis labios de pasión y enciendas el fuego de mis venas, o que yo pruebe las delicias de tu piel erizada.

Este deseo que me inunda de soledad, el deseo de salirme del camino de Dios y correr a la deriva en la inmensidad del mundo.

Quiero oler las calles desiertas en la noche, descender a los callejones donde se esconden los viciosos, andar bajo el sol a cuestas de la ociosidad: conocer el sueño donde vivo como cualquier otro.

Quiero la libertad de dirigirme a donde mis pies me lo pidan, si regreso a tu seno de madre consagrada, quiero que me adoptes como el hijo que tanto esperaste..., si regreso a ti, quiero que me ames hasta la caída de mi espíritu bajo tu ley.

Presiento que mi camino se dirige siempre al tuyo.

Ante esta senda que, sin duda, se manchara de rojo, juré el amarte toda la vida, te juré lealtad solo a ti, para que fueras mi reina, para que seas la que toque este loco corazón, te juré a ti mi ser entero para que fueras la única que lo comiera cuando llegara el momento.

Déjame andar en la realidad abrazadora un poco mas, quiero ser libre fuera de tu gloria, déjame intentar volar hacia las nubes que se mueven a su nuevo mundo. Quiero seguir mis instintos fuera de ti, aunque sea solo un respiro...

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