miércoles, 19 de enero de 2011
Nos mudamos
martes, 18 de enero de 2011
Eres tú
de noches sin luna,
de días sin viento.
Te esfumas
y apareces con aire orgulloso,
con caricias tiernas,
con mirada penetrante
que inspira los suspiros
de mi pecho.
Podrías elevarme
en el infinito mundo
de los sueños,
o cautivar mi mente
con una sonrisa:
podrías llenarme
de tu misterio
con una palabra,
con un susurro
de tibio aroma.
Eres todo
lo que me rodea:
parte de mi sombra,
parte de mis huesos.
Eres el fluir de mi sangre,
el calor de mi cuerpo.
La música que habita
la mortandad de los ecos,
que se prolongan
en tu ausencia traicionera.
Amada mía,
en tus brazos
encuentro el inicio
y el fin de mis días,
y la paz que baila
al compás de las olas.
jueves, 13 de enero de 2011
El río del olvido
Guarda tu silencio,
guarda tu calor,
guarda tu imagen
para el espejo
vanidoso y traicionero.
No quiero reflejos,
no quiero testigos,
ni sonidos, ni eco.
Esta noche me faltan
las ganas de todo,
mi alma se deja llevar
por el rio del olvido.
Mi ser fluye en no sé qué
caudales y me desespero.
Muero,
lentamente me desvanezco
de la tierra
que he llamado mi hogar.
Quise alcanzar
tu mano y fue inútil,
no pude llegar
al roce con tus dedos…
No pude acariciar tu brisa,
no pude guardarme tu aroma.
Ahora no puedo
recordar tu imagen.
Mi ser fluye
en el rio del olvido,
bajo el cielo que se ha
convertido en tinieblas.
miércoles, 12 de enero de 2011
Nocturna realidad
Aplaudo al nuevo día,
es la función que ahora se estrena.
Que se levanta
de entre la oscuridad,
que avanza
y es incapaz de detenerse.
Ojala pudiera
ser como la mañana
que nunca se evapora,
que nunca se vuelve ceniza,
que nunca descansa.
Aplaudo porque
no puedo ser luz.
Porque el astro
que me alumbrará
está lejos de nacer todavía.
A mi alrededor todo es viento,
todo es brisa:
con la soledad se evapora.
Con el vacio se quema,
se incendia…
Los recuerdos de mi amada
se desvanecen,
incluso ella se funde
en ilusiones traicioneras,
espejismos que se congelan
y se desmoronan.
Nada es claridad
cuando no te tengo;
ya te has ido,
estarás durmiendo
y soñando con mil cosas
que no conocemos.
Nada ahora puede
ser más real que
este frio envolvente,
vivido, infernal.
martes, 11 de enero de 2011
¿Que somos?
Es este olor a frio,
a humedad…
Me recuerda lugares
iluminados, donde no estás,
donde estuviste y ya te has ido.
No esperes nada de mí:
no puedo ofrecerte nada;
no puedo ofrecerle nada
a nadie más que a mi
misma lo que soy.
No conozco la diferencia
entre ignorancia y crecimiento.
¿Hemos de dejar varado
el madero sobre el cual
llegamos a este lugar?
Tú eras la vela
que ayudaba al impulso,
y entonces éramos
felices de ser quienes éramos.
El viento te lleva
a lugares que no conozco.
El mar me lleva a seguir
descubriendo islas
en busca del sagrado tesoro.
Quiero saber,
después de tanto tiempo
¿qué somos?
Quiero saber que soy:
para gritárselo al fuego,
para tatuarlo en la tierra.
¿Que soy y que eres?
Aun no termino de encontrarme,
no termino de sentirte ni de sentirme.
Siento que te he perdido
para siempre,
pero estas aquí…
Yo no pude mantenerme
en pie y, tu mano siempre
estuvo dispuesta a levantarme.
Un día te irás completamente…
sí ahora sufro tu ausencia,
después moriré de la soledad
y de la angustia,
que me embargaran al no recordarte.
Eres el matiz sin sabor
que me dice que la vida sigue,
que vale... que hay que vivirla.
lunes, 10 de enero de 2011
Que frío es el mundo
Que frío es el mundo
Pero es un frío soportable
Ahora ya es tiempo
Es tiempo de ser yo
y de tomar las riendas de mi vida.
Todo ha quedado atrás
y no hace falta volver
al lugar donde inicié.
Esta vez no quiero arrepentirme,
ni decir que la culpa que es mía,
fue inducida por alguien más.
Sin culpas ni remordimientos,
sin nada que pueda detenerme.
Es tiempo de crecer sin detenerme.
Ya no se trata de fabricar
sonrisas inocentes o sonrisas fingidas.
Muy probablemente
ni siquiera de sonreír.
Se trata de caminar con rumbo,
decir que mis locuras son mías,
que no le pertenecen a nadie
más que a mí.
Descubrir y fundar eternidad,
aunque sea efímera e imperceptible.
No se trata solo de buscar amor,
o de sufrir otra vez esa melancolía odiosa.
Ni de dejar un halito de ausencia,
o de ser un ejemplo frustrado.