lunes, 9 de agosto de 2010

Mi sombra

Esta noche me prometo

no perder nunca más mi sombra.


Esa sombra tan mía,

que no conozco,

y que se desvanece

en la oscuridad perpetua de la noche.


Hablo de mi y de mis sueños.


Que se distorsionan.


Que enmudecen.


Que se pierden aunque son inmortales.


He hablado tantas veces,

tantas horas: de la soledad y del vacío,

del amor… de la eternidad incluso.


Ninguna palabra pronunciada

ha sido cierta…

ni toda la soledad, ni todo el amor,

ni todo el vacío,

ni la eternidad tienen algo que las describa.


Son como las olas del mar,

que llegan y que se pierden

sin darnos cuenta.


Esta noche mi corazón arde

y convulsiona,

y dice cosas que no llegan a mi oído;

también cosas que me grita,

desesperado,

que no entiendo,

y que se vuelven como mi sombra,

y es mi sombra la que se pierde

en la oscuridad infinita de la noche.


Un yo mudo que habla para sí mismo,

que tiene su lenguaje,

que también ama silenciosamente.


Mi sombra es la imagen de mi fugaz vida,

porque nunca cambia,

porque nunca envejece

y porque mi sangre corre por sus venas.


Prometo no perderla nunca más,

prometo seguirla hasta el mismo infierno,

aunque las llamas me consuman

y mi dolor se multiplique por mil,

aunque no encuentre nunca más alivio

y la esperanza se escape de mis huesos.

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