miércoles, 13 de octubre de 2010

Con paso firme y mirando el horizonte

Ante la impotencia y la frustración no hay casi nadie que las resista. Quizás, fuera de mi mundo, exista gente que no se deje tocar por ninguna de las dos, pero solo lo supongo, el ser humano es por demás vulnerable a los ataques sentimentales, sí es que así se les puede llamar.

Y esta noche, el deseo de acrecentar las fuerzas por falta de resultados me ha dejado un hastío inmenso y quiero vomitarlo, no necesito algo tan grotesco como el saberme inútil, y sin embargo es una verdad silenciosa e inmóvil.

El hecho de saber que no puedo hacer nada para matar la tristeza que abunda en la atmosfera de mi recamara es adormecedor. Pero esta debilidad no es como las pasadas: sí, esas en las que no quería despertar jamás.

Esta vez me encuentro más fuerte y con mis cimientos más firmes: herida pero no derrotada; sin arsenal pero con la mejor arma. Esta vez no volare lejos hasta que pase la tormenta, esta vez quiero hacerle frente a todos estos pensamientos que gritan tantas cosas que no escucho, pero que entiendo.

Si ahora no soy suficiente para cubrir las necesidades que se presentan y me roban la paz sin permiso, mañana perderán terreno, y pasado mañana habrán retrocedido bastante… así hasta el día que hayan huido sin dejar rastro alguno.

Vendrán tiempos mejores, y no que sea optimista (pues no es mi naturaleza ser así), ni es abrigar una esperanza absurda y vacía. Sé que vendrán tiempos mejores porque yo me encargare de que existan.

¿Quién soy yo para crear o comprar o ganar? Soy una simple mortal que anda de paso por la tierra a un lugar más decente. La lucha que se hace ahora no será en vano, y tampoco será intrascendente.

Lo que ahora no existe aquí, vendrá después, y ya después, veremos qué nuevo problema enfrentar.

De algo estoy segura: mi carácter se está forjando y no puedo estar más feliz, no soy fría como el hielo más frio de todo el planeta, pero no es parte de mí andar llorando por las esquinas, alborotarme por cualquier insulto, dejarme llevar por lo primero que me digan. No volveré a caer en ese abismo del que tanto trabajo me costó salir, y al cual no volveré a entrar.

De aquí para adelante, y no habrá nada que me frene, nada que haga que me contenga… voy por todo.

Las lágrimas que vi fluir se han de quedar en la memoria de lo eterno de mi alma. Algún día podre llenar ese inmenso vacío.

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